Ayer, 12 de mayo de 2017, se cumplían 300 años del traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, un hecho que, desde siempre, se ha recordado en el imaginario gaditano como el punto de inflexión que hacía de Cádiz una ciudad de primer nivel por el comercio con América.
Cádiz ha apelado siempre a retomar este pasado de gloria y de bonanza económica guiada por la imagen que, con el paso de los años, se ha trasladado hasta nuestros días: el Cádiz de los comerciantes, las torres miradores, el puerto a rebosar. América, a un lado; al otro, Europa.
Sin embargo, ¿favoreció este periodo a todo Cádiz por igual? Si algo nos ha llegado inalterable desde aquella época hasta nuestros días es, sin duda alguna, la fisionomía de la ciudad. La forma de una ciudad dice mucho de su pasado y, aún hoy, prácticamente todo Cádiz se sabe la estructura de las famosas casas palacio: “Aquella planta, para la familia comerciante; el resto, para el servicio”. Al decir esta frase, a menudo se olvida la importancia de la última parte, la del servicio, y es que los afamados comerciantes gaditanos del siglo XVIII eran minoría, una minoría que se enriqueció mientras la mayoría de la población permanecía en un escalafón inferior de la pirámide. Por eso recordamos unos pocos apellidos, que irían adquiriendo títulos nobiliarios, cuando hablamos del esplendor del Cádiz del XVIII.
El mito del enriquecimiento de estas familias, alimentado por el discurso tradicional que ha llegado hasta nuestros días, parece olvidar – u oculta de manera deliberada – cómo se produjo realmente. Sin embargo ya hemos dicho que la fisionomía de una ciudad cuenta mucho de su historia y, precisamente en Cádiz, asomándose al puerto tenemos al callejón de los negros. Mientras que el Arco de los Blanco nos habla de una familia, el callejón de los negros nos habla de negros, esclavos vendidos en uno de los negocios que más beneficios reportó a aquellas personas que se dedicaban a él. Sin embargo, el discurso tradicional apenas cuenta que, en España, hubo compraventa de esclavos.
La Historia, como tal, no se puede sancionar, no podemos cambiar ni juzgar el pasado. Entonces, ¿qué debemos hacer? Es hora de cambiar el discurso y recordar a quienes, en una época indudablemente reseñable a nivel monumental y económico, estuvieron en el bando oprimido, a los grupos y clases sociales que fueron esclavizadas y explotadas, que eran, como hoy en día, la mayoría. Debemos recordar todos los aspectos de nuestro pasado, por oscuros que sean; dejar de celebrar efemérides por el resultado y comenzar a analizarlos por sus procesos; visibilizar y rescatar las resistencias, formas de lucha y críticas existentes hacia esa sociedad pasada por sus contemporáneos, que nunca aceptaron su situación. Tenemos que hacer de la Historia, más allá de un relato del pasado, una herramienta pedagógica para el presente, en la construcción de nuestro futuro.
A este objetivo nos acerca el documental Gurumbé. Canciones de tu memoria negra, del antropólogo y director jerezano Miguel Ángel Rosales, que, con la colaboración de diversos especialistas en esta época, aporta algo de luz para comprender de forma más completa el desarrollo de este esplendor económico dieciochesco. Con la intención de conocer el contexto social gaditano con motivo del tricentenario del traslado de la Casa de Contratación, desde la Asociación Lumbre buscamos iluminar la parte de la Historia que no nos han contado, en este caso, la esclavitud con la que era abastecida Andalucía durante el comercio colonial. Por ello el pasado 28 de febrero presentamos dicho documental con la presencia de su director en la Casa de los Toruños de El Puerto de Sta. María, actividad que esperamos poder presentar en los próximos meses en la ciudad de Cádiz.
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